Hola. Me
llamo Ana, tengo 25 años, nací en Pozoblanco (Córdoba) y puedo ser
perfectamente la aficionada al Athletic menos objetiva que conozco. Y empiezo
diciendo esto para entonar el ‘mea culpa’ por ello.
Y,
ahora, vayamos al meollo de la cuestión.
Hoy sería
un día particularmente recordado porque, por fin, tengo en casa el título que
acredita que soy licenciada en Administración y Dirección de Empresas. Pero, posiblemente,
de aquí a unos años yo no recordaré esto, sino que me acordaré de que cierto
día del verano de 2014, Ander Herrera hacía oficial su fichaje por el United. (**Puedo
recordar con pelos y señales el momento justo en el que me enteré del traspaso
de Del Horno, por ejemplo).
Para un
aficionado cualquiera a un equipo cualquiera, la venta de uno de sus jugadores
puede ser algo normal, típico cada verano, más o menos positivo dependiendo del
dinero que deje en las arcas de su club…
Pero en
el Athletic no es así. Y no es así porque tenemos un enorme problema (¿He dicho
ya que soy la menos objetiva que conozco?). Nosotros, los aficionados,
pretendemos que los 11 que pisan el verde tengan nuestros mismos sentimientos.
Que jueguen con la bufanda puesta.
Yo no
soy de #LosRománticos en la vida, pero sí lo soy en el fútbol. Qué idiota. Y sí,
quiero que esos que defienden mis colores, defiendan también sus colores. Y no
sólo lleven a cabo su profesión. Que igual que yo después de una derrota estoy jodida,
ellos se marchen a casa fastidiados. No sólo porque no hayan hecho su trabajo
bien, sino porque su equipo (que no su club) ha perdido.
En el Athletic
exigimos sentimiento. Porque garra, ganas y pundonor se deben exigir en todos
los equipos. O si no, para qué. Y somos tan [[inserte aquí su adjetivo]] que
pretendemos que un chaval que ha mamado de la Virgen del Pilar, sea más del
Athletic que Zarra. Y que no se vaya nunca, que ponga al Athletic por encima de
todas las cosas. Un chaval que recaló en Bilbao por ayudar a SU equipo y porque
era un salto enorme en su carrera. Chaval que habrá estado mejor o peor, pero
se ha dejado el par que tiene siempre sobre el campo.
Repito:
en el Athletic tenemos un problema, exigimos sentimiento. Y soy la primera que
haría antes del reconocimiento médico un test de amor rojiblanco. Que no lo
pasas, ya puedes estar hecho un toro que no eres para nosotros.
Pero hay
que ser objetivos. Y conscientes de la realidad. Y dejarnos, como dirían los
granaínos, de polladas.
Ellos no
son aficionados. Son profesionales. Y como profesionales, y personas, que son buscan
su desarrollo. Nuevas metas, nuevas inquietudes.
Queridos
athleticzales, vamos a intentar dejar el romanticismo y el amor para los planes
de los domingos por la tarde. Para ponerle sentimiento ya estamos nosotros. En
las gradas, en los bares o desde el sofá de nuestra casa.
Como diría
uno de los referentes en mi vida, “es de bien nacidos, ser agradecidos”. Pues
eso, Ander. Thanks, thanks, thanks. And good luck!
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