Nos
pasamos la vida esperando ese momento. Ese momento en el que creemos que
alcanzaremos la felicidad. Pensamos que todo tiempo por venir será mejor
mientras nos intentamos autoconvencer de que todo pasado fue peor. Por eso de
que ya es pasado.
Y aquí
seguimos, en la silla de esperar las cosas. Miramos por la rendija de la
ventana buscando que llegue ese algo. Que aparezca un halo de luz por debajo de
la puerta. Una carta especial del señor de amarillo. Pero no.
Y volvemos
a sentarnos. Y a esperar. Y a soñar con un tiempo mejor. El ser es
inconformista por naturaleza en cuanto a felicidad se refiere. No valoramos lo
suficiente lo que tenemos. Esa cerveza helada bajo el sol rodeada de tus
amigos. O esa siesta sin fecha de caducidad y con la mejor de las compañías. O un
beso de buenas noches. O de noches buenas. Un ‘me encantas’ o el más sincero ‘te
echo de menos’ de una amiga.
Que la
vida no es(tá) fácil, está claro. Lo sabemos de sobra. Pero, ¿y quién nos dice
a nosotros que no estamos ante el momento más feliz de nuestra vida? Nos
acojona pensar que somos felices. Estamos tan acostumbrados a que todo vaya
mal, que en el momento que los planetas se alinean para echarnos una mano, se
la quitamos. Que no, que nos gusta quejarnos, lamentarnos de nuestra mala
suerte.
Anhelamos ese estado de plenitud, ese andar por las nubes paseando por la calle. Y, de repente, cuando llega, no lo vemos. Lo ignoramos. Le tememos.
Puede parecer
que me estoy quejando. Al contrario. Simplemente me estoy delatando. Soy de ese
tipo de personas a las que les acojona la felicidad. Una idiota más.
No me ha gustado. Bueno, no me ha gustado que fuese tan corto. Esperaba una reflexión más larga, me habías enganchado y de repente estaba en el último párrafo. Era el momento de felicidad antes de acostarme y me lo has arrebatado rápidamente. Ayyy. BBNN
ResponderEliminarDicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Pero a ti no puedo engañarte. Échale la culpa al sueño. Jajaja.
EliminarMe alegro de que, a pesar de eso, fuera un mini momento de felicidad :)
Es evidente que nos pasamos la mayor parte de nuestra vida buscando la felicidad y nos perdemos la misma vida, la de los pequeños detalles. Sentarse a esperar la felicidad es perderse esas pequeñas cosas que nos hacen felices por momentos, la felicidad eterna no existe, como no existe la vida eterna, ni el amor eterno. Cuando tu vida pende de un hilo, cuando una jodida enfermedad como el cáncer te cuelga una espada de Damocles para el resto de tus días, le pegas una patada a la jodida silla esa de esperar la felicidad y empiezas a vivir, entonces tal vez consigas llegar a ser un poco más feliz y te olvides la silla de esperar las cosas.
ResponderEliminarModesto Sánchez
Ufff. Mucha razón en tus palabras. Ya es triste que la vida nos tenga que dar una bofetada de tal calibre para empezar a disfrutarla de verdad.
EliminarGracias por leerlo, una vez más! ;-)