martes, 19 de mayo de 2015

Efemérides de un fracaso muy acertado.

(No esperéis una oda a nada, algo interesante para comentar en el bar o la más tierna historia de amor. Sólo quiero compartir con vosotros mi gran fracaso, mi gran alegría. Hoy hace un año.)





Eran las nueve de la mañana aproximadamente. Mi jefe ya estaría en su despacho, pensé. Subí las escaleras temblando. Nunca creí que mis piernas pudieran ser como el papel de frágiles. Llamé, entré. “No me digas nada, ya sé a lo que vienes. No sabes cuánto lo siento.”

Hoy hace un año de una de las decisiones más importantes de mi vida. Aquel día elegí ganar perdiendo mucho. “Sólo espero que un día no digas ‘me arrepiento’”. Tengo suerte, de pocas decisiones en mi vida me he arrepentido después.

Tenía dos caminos. Y elegí el confuso. Volver a casa, volver a engrosar la lista maldita y empezar de nuevo. Dejé atrás una gran oportunidad. Y no, no me arrepiento.

Fue la decisión más importante de mi vida. Nada comparado a qué estudiar, dejar a mi pareja o mudarme al Norte.

Elegí ganar perdiendo mucho. Preferí abandonar para buscar un sendero mejor. Le di más importancia a lo personal que a lo profesional. A mi vida que a mi cuenta bancaria. A ellos que a aquéllos. A mí antes que al qué dirán.

Fue un fracaso. Siempre lo admitiré. Pero fue el fracaso más acertado que he cometido en 26 años de vida. Y sí, es posible.

¿Cómo se paga el levantarse con alegría, trabajar a gusto, que incluso te pidan que te vayas ya que es tu hora? ¿Cómo se paga el dormir con la mente relajada, vivir con paz interior? ¿Se pagan las sonrisas y las risas a borbotones?


Hay más trenes, que no te engañen. Sólo que te llevan a destinos diferentes. Aquel tren no sé dónde habrá llegado. Y no, no me arrepiento de no saber dónde está.

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