viernes, 12 de diciembre de 2014

Un día soñando en un sueño soñé.

Anoche tuve un momento de delirio. He despertado sudando, con fiebre alta y con una infección de garganta que bien podría valer una muerte lenta y dolorosa. Y he soñado. 

He soñado con una playa a altas horas de la madrugada. Frío. Mucho frío. Y un chirimiri propio de miña Coru. El alcohol de esa noche hacía estragos y recuerdo cómo me costaba mantener la mirada fija en el mar. La sensación, a pesar de eso, era genial.

Y no estaba sola. Había alguien conmigo. Alguien que me hacía sentirme realmente bien. Especial, incluso. Acompañada y sujeta a un momento que, ya sabía, recordaría siempre.

La marea cada vez subía más. La lluvia empezaba a caer con fuerza. Y el viento (ay, el viento) hacía que empezara a despejarme y a intentar pensar con más claridad.

Buscaba un lugar donde refugiarme del mal tiempo. Exterior. El interior era plácido. Agradable.

Tan pronto esa persona, de identidad desconocida, aparecía como desaparecía. Recuerdo perfectamente cómo era su boca. Dientes perfectos y labios que llamaban a morder.

De repente, y como si fuera una película, el mar, el frío y la lluvia habían desaparecido, para dar lugar a una habitación cálida y acogedora. “Desnudo el calor se pilla antes. Métete. Y abrázame, tengo frío.”


Y ahí estaba yo. Abrazada a alguien que apenas conocía, deseando que nunca acabara ese momento cuando, de pronto, “Ana, hija, son las 8. Te toca el antibiótico.”






miércoles, 3 de diciembre de 2014

No hay mal que 91 minutos dure.

No encontrarte semáforos en rojo de camino al curro. Pillar el ascensor en tu planta. Una toalla calentita al salir de la ducha. La primera felicitación el día de tu cumpleaños. Un gol de tu equipo en el último minuto. La confirmación de un viaje al que le tenías muchas ganas. Un reencuentro en un aeropuerto. El olor de la comida de mamá. Un cielo a colores cubriendo tu ciudad.

¿Alguna vez habéis tenido la sensación de que estaba a punto de cambiar algo? Cambio ‘vida’ por ‘algo’. ¿Alguna vez habéis sentido que estaba a punto de cambiar vuestra vida a mejor?

Perdón por la ñoñería. Reboso optimismo. Buenas sensaciones. Buenas vibraciones. Derrocho sonrisas bobas y carcajadas a destiempo. Cuéntame el peor chiste que se te ocurra. Da igual, me resultará genial.

Muchos días malos, muchas almohadas mojadas. Y ahí estamos, creyendo cruzar la línea de meta. Creer oír al speaker de tu vida diciendo tu dorsal por megafonía, informando de que un nuevo partido va a comenzar. La derrota del anterior ya quedó olvidada. En tus manos, y en tus pies, está el ganar éste.

La vida tiene eso bueno. No hay mal que 91 minutos dure. A no ser que seas Iniesta y tengas que esperar hasta el 116 para ganarlo.

No pasa nada y pasa todo. Si es que te preguntas qué le habrá picado a esta tía. Debe de ser que justo hoy no he encontrado semáforos en rojo cuando iba a currar, que ayer empató el Athletic en el descuento, que tengo cerca volver a mi deseado Bilbao, que hoy las escaleras olían a mi comida favorita…


Me repito. Perdón. Ya volverá la Ana petarda que se queja, que llora y que patalea porque el imbécil de turno no le hace caso. Ya, si eso.