¿Qué pasa
cuando tu felicidad depende de otra persona? Ese arnés que te sujeta para no
caerte al abismo. No voy a decir que la situación idónea, la situación ideal, sea
esa en la que la felicidad de la otra persona también dependa sólo de ti,
porque acabas metido en un bucle insano, insalubre e inviable.
Obviando
esta situación idílica para algunos, está el hecho de que tu felicidad, la poca
o mucha que tengas, dependa de una persona que es feliz, simple y llanamente,
sin ti. Para la que eres, en el mejor de los casos, un complemento en su vida.
Como las vitaminas que nos daba mamá cuando éramos pequeños.
Todos necesitamos
de alguien. Todos. Hasta la persona más independiente de este mundo. Y todos
necesitamos tener cubiertas las necesidades de afecto, cariño y amor. Vamos a
hacerle caso a Maslow, que de esto sabía un rato.
Pero en
este caso no nos referimos al cariño que necesitamos recibir de amigos,
hermanos, primos y demás familiares.
¿Qué
ocurre cuando tu felicidad depende de sentirte querido por una persona,
llamémosle especial? ¿Qué sucede cuando no aparece ese alguien que te haga
sentirte pleno? Si tenemos todo el cariño del mundo por parte de tropecientas
mil personas, ¿por qué exigimos tener el amor de una sola?
Hoy,
una de mis amigas, una de las más racionales, me decía muy segura y muy
orgullosa, que su felicidad no dependía de nadie. Ella es dueña de sus
sentimientos, se valora por lo que es y no por lo que los demás le hagan
sentir.
Es
quizás más frecuente en las personas inseguras y débiles, donde los
sentimientos están cogidos con alfileres y la autoestima oscila según quien les
rodee.
Sin situarme
en un lado o en otro, envidio a quien vive con la seguridad plena de que serán
felices por ellos mismos, sin tener que utilizar un arnés o una droga que les
ate a la vida. (Y qué putada cuando te la quitan). Les envidio porque tengo claro que no sólo serán felices, sino
que serán doblemente felices en el momento en el que aparezca ese alguien.
¿Qué pasa
cuando tu felicidad depende de otra persona? Pasa que dejas de ser tú, dejas de
ser incluso la mitad de ese ente que creáis, para acabar subordinado a una vida
que ni siquiera es tuya.
Y tú,
¿eres feliz por ti mismo? Desabróchate el cinturón. Se vive mejor.
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