lunes, 27 de octubre de 2014

Hablemos de (in)dependencia.

¿Qué pasa cuando tu felicidad depende de otra persona? Ese arnés que te sujeta para no caerte al abismo. No voy a decir que la situación idónea, la situación ideal, sea esa en la que la felicidad de la otra persona también dependa sólo de ti, porque acabas metido en un bucle insano, insalubre e inviable.

Obviando esta situación idílica para algunos, está el hecho de que tu felicidad, la poca o mucha que tengas, dependa de una persona que es feliz, simple y llanamente, sin ti. Para la que eres, en el mejor de los casos, un complemento en su vida. Como las vitaminas que nos daba mamá cuando éramos pequeños.

Todos necesitamos de alguien. Todos. Hasta la persona más independiente de este mundo. Y todos necesitamos tener cubiertas las necesidades de afecto, cariño y amor. Vamos a hacerle caso a Maslow, que de esto sabía un rato.

Pero en este caso no nos referimos al cariño que necesitamos recibir de amigos, hermanos, primos y demás familiares.

¿Qué ocurre cuando tu felicidad depende de sentirte querido por una persona, llamémosle especial? ¿Qué sucede cuando no aparece ese alguien que te haga sentirte pleno? Si tenemos todo el cariño del mundo por parte de tropecientas mil personas, ¿por qué exigimos tener el amor de una sola?

Hoy, una de mis amigas, una de las más racionales, me decía muy segura y muy orgullosa, que su felicidad no dependía de nadie. Ella es dueña de sus sentimientos, se valora por lo que es y no por lo que los demás le hagan sentir.

Es quizás más frecuente en las personas inseguras y débiles, donde los sentimientos están cogidos con alfileres y la autoestima oscila según quien les rodee.

Sin situarme en un lado o en otro, envidio a quien vive con la seguridad plena de que serán felices por ellos mismos, sin tener que utilizar un arnés o una droga que les ate a la vida. (Y qué putada cuando te la quitan). Les envidio porque tengo claro que no sólo serán felices, sino que serán doblemente felices en el momento en el que aparezca ese alguien.

¿Qué pasa cuando tu felicidad depende de otra persona? Pasa que dejas de ser tú, dejas de ser incluso la mitad de ese ente que creáis, para acabar subordinado a una vida que ni siquiera es tuya.


Y tú, ¿eres feliz por ti mismo? Desabróchate el cinturón. Se vive mejor. 







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