jueves, 2 de junio de 2016

¡Despierta, joder!


Perdonad el oportunismo. Esta noche he estado escuchando una conferencia sobre reilusionarse (si tienes la oportunidad de escuchar alguna vez a Luis Galindo no la desaproveches). Yo creía que lo pasaría bien. Pero no. He recibido un guantazo que se me han saltado hasta las lágrimas. Varias veces además.

Qué imbécil. Qué poco valoramos (¡valoro!) lo que tenemos. Y lo tengo todo.

Tengo salud. Obviamos la lumbalgia de los últimos días. Puedo oír, ver, hablar, saltar, correr, bailar, cantar. Puedo sentir. Puedo vivir.

Tengo trabajo. Bueno, no. Pero tengo un futuro por delante que, a partir de ya, construiré yo a mi gusto. Porque quién si no es el mejor arquitecto de la propia vida si no es uno mismo.

Tengo amor. Cuatro abuelos maravillosos que, a su forma, me demuestran lo mucho que me quieren. Unos padres que se desviven por mí y por mi hermano, el siguiente en cuestión. El mejor del mundo y al que le debo todos los besos que no le he dado en estos últimos 27 años. Unos tíos que me tratan como una hija más. Unos primos más hermanos que primos. Y, cómo no, el amor de unos amigos a los que habría tenido que inventar si no existieran.
Afortunadamente también voy conociendo poco a poco ese otro amor, el que te eriza la piel hasta en los días más calurosos de julio. Ése que le pone nombre a un "por fin te encontré".
Y, sobre todo, me tengo a mí misma. Una tía con mil defectos, pero también con mil virtudes que tengo y debo explotar.

He salido de la conferencia con moratones en el alma. Qué guantazos me ha pegado. Cuántos errores estamos cometiendo sumidos en una rutina que no nos deja apreciar las maravillas que nos da la vida. Esa cerveza fría, ese beso inesperado, esa oportunidad en el trabajo, un gracias sincero, tu comida favorita, una ducha de agua caliente… ¡Despierta, joder! Agradece más, ríe más, disfruta más, besa más, abraza más, haz más el amor, goza cada día.

Por eso, si me estás leyendo, quiero que sepas algo. Sé que no te lo digo demasiado, pero te quiero, te quiero muchísimo. Gracias por formar parte de mi vida. Gracias por haberte cruzado en mi camino.

Y, amiga Julia, no olvides nunca los muchísimos motivos que tienes para ser feliz. Porque tú ya eres un motivo para que otros sean felices.

Anímate. Ilusiónate. Reilusiónate. Y vive, que la vida va en serio.

Gracias, Luis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario