Ay, Ana... Esos ojos. Transmitían una nobleza como yo nunca había conocido. Brillantes. No sabía de qué color eran. No hacía falta.
"Camarero, pasamos de cerveza. Tráenos dos gin tonics."
Escribo aquí porque el nudismo en mi pueblo aún está mal visto.
Yo siempre fui de años impares. Nací en el 89, qué más decir. Así que cuando 2015 hizo aparición, le tuve grandes esperanzas. Y no, no ha defraudado.
2015 ha sido el año de las segundas oportunidades. Ha sido el año de enanos enormes. El año de la vuelta a los apuntes. El año del reencuentro con la ciudad de los califas. El año de volver a sentirse útil en una sociedad que lo pone francamente complicado.
2015 también ha sido el año del yo quiero, yo debo y, sobre todo, yo puedo. Se acabaron los lamentos, los prejuicios y los victimismos. Año de pelear por lo que se desea, disfrutando de lo que se posee.
También ha sido año de más sabores que sinsabores. Más alegrías que penas. Si ellos están bien, yo siempre estaré bien. Qué más pedir, si además tengo aún conmigo a esos cuatro regalos que deberían ser eternos.
2015 también se vistió más de rojiblanco que nunca. Año de mi primer título, de mi primera final ganada. Primera vez maravillosa. Aritz ya será eterno. Y, cómo no, año de mi mayor aventura con tintes athleticzales. La Peña es el fregao más divertido y más bonito en el que me he podido meter. Aún no sé cómo explicárselo a mi madre.
También fue año de entradas, de salidas y de permanencias a lo Vodafone. Llegó gente maravillosa, gente que está haciendo aún más si cabe que el 2015 adquiera el nivel superior. Gente que se fue, a la que agradezco el tiempo y, sobre todo, las enseñanzas. Y gente que muy afortunadamente aquí sigue, a mi lado, en la casa de enfrente o a miles de kilómetros. Pero aquí.
Y, por último, fue año de sueños conjuntos cumplidos, año de fijación de metas, año de superación de barreras. Ojalá 2015 sólo haya sido un aperitivo antes de un plato fuerte llamado 2016.
Obviaré el Mini y el ático en la Gran Vía bilbaína. Al 2016 le pediremos salud en cantidades industriales, que el trabajo nunca falte y, bueno, a ver, que me traiga un novio. Por mi abuela, hombre, que la tengo ya desesperaíta ;)
Lo dicho, seguiremos.