miércoles, 12 de diciembre de 2012

The 12th man.


¿Te acuerdas? Éramos felices. Todo nos salía bien, incluida la suerte estaba de nuestra parte. En total, trece. Los once del verde nunca jugaron solos. ¿Recuerdas esa mañana de mayo? Todo se teñía de un rojiblanco radiante. Los niños no eran de Messi, eran de otro bajito, de uno de la Txantrea. Estábamos muy cerca de cumplir ese sueño que muchos hemos tenido desde pequeños. Y se nos fue. De un plumazo. Como un golpe seco. Y dos semanas después, se nos fue otro. Más esperado, quizás, pero igualmente doloroso. Bucarest, Madrid. Algo empezaba a cambiar. Algo se resquebrajada por dentro. Ya no había tanta suerte, el apoyo se dudaba. El héroe del chándal gris ya no estaba tan maravillosamente loco. Se pedía su marcha.


Sabíamos, y quien no lo reconocía era porque no quería, que esta temporada iba a ser dura. Dos golpes, dos bofetadas de tal calibre, harían mella en un equipo tan joven.

Empezábamos mal. Problemas internos. La familia no era tan perfecta como creíamos. Ya sabemos que la cosa cambia de puertas para adentro.

Y echó a rodar el balón. Y aquellos once que hicieron historia en el Teatro de los Sueños no se encontraban. Nadie sabía dónde había quedado esa magia de la que habíamos disfrutado meses atrás. Tampoco había alegría ni en sus caras ni en el campo. Marcelo ¿qué les está pasando?

Llegó noviembre y el equipo quedaba eliminado, a falta de seis puntos por disputarse, de la competición que nos había hecho no grandes, sino enormes, meses atrás.

En Liga tampoco la situación era boyante. Machacados por el Barça, vapuleados por el R. Madrid… Seguro que Falcao se quedó con ganas de más.

Hasta hoy. El doce del doce del doce no nos trajo suerte. Pero la suerte, como en los exámenes, no se tiene si no se ha estudiado, si no se pone empeño, si no se quiere conseguir de verdad el objetivo.


Y ahora, ¿qué?

Diciembre y sólo nos queda una competición. De aquí no nos pueden echar hasta junio. El que no se consuela es porque no quiere, dicen.

Queda levantar la cabeza, mirar al frente y enfrentarse a los problemas (llámese diecinueve equipos dispuestos a echarnos al infierno). Pero no sólo ellos, también nosotros. Prometámoslo. Que los once no jueguen solos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario