domingo, 17 de agosto de 2014

De guapas, Twitter y divagaciones de domingo

Qué típicos los domingos de divagar acerca de cosas banales. O no tan banales. Sinsentidos con todo el sentido del mundo.

Peores son los domingos que te levantas sola. Tan sola que no te levantas ni con resaca. Sólo con tal dolor de pies que hacen que recuerdes que a ti en algún momento de tu vida te importó  un carajo ir en planos. [Los tacones pa’ las guapas.]

Y hablando de guapas… Aquí quería llegar yo.

Vamos a hablar claro, ahora que nadie nos oye. Yo no soy una tía con la que te girarías al cruzarnos. Soy bajita y me sobran caderas. Y lo que no son caderas. Ah, y tengo los pies más feos que puedas imaginar.

Aunque no todo es malo, ojo. Un día me dijeron que tenía la sonrisa y la voz más bonitas que habían visto/oído nunca. Y los ojos más expresivos, me llegó a soltar un amigo más que amigo. Pero hasta ahí. Soy muy fotogénica. Un punto a mi favor también.

Pero vaya, ligo poco. No soy echada pa’lante. Como si me diera miedo molestar.

Pero curiosamente, aproximadamente en los últimos cuatro años, coincidiendo con mi entrada en la red social de los 140 caracteres, mi participación en el mundo del ligoteo ha crecido exponencialmente. Pero, curiosamente también, gran parte a partir de la imagen que da un nombre precedido de una @.


Y aquí me asaltan las dudas. ¿Tanto magnifica Twitter? ¿Tan buena imagen somos capaces de crearnos? ¿Qué le falla a Ana que le sienta tan bien a @Ana? ¿Somos, cada vez más, una sociedad tan hipócrita como superficial? ¿A qué huelen las nubes? ¿Por qué el azul con el verde muerde?

En resumidas cuentas, Ana sabe que merece mucho más de lo que tiene, porque en el fondo es maja, y @Ana sabe que la tienen más idealizada de la cuenta, porque en el fondo es una imbécil de cuidado.



Ya lo avisé. Era un sinsentido. Un domingo sinsentido.