jueves, 12 de diciembre de 2013

Queridos Reyes Magos


Os escribo casi un mes antes para que no os pille el toro, como siempre os pasa.

Primero quiero daros las gracias. El año pasado os portasteis genial. Al 2013 no le puedo pedir más, la verdad. Mis padres y mi hermano están bien, mis cuatro abuelos gozan de salud, tengo un novio estupendo, mis amigos siguen siendo la leche y en casa estamos sobrellevando la crisis sin demasiadas penurias.

Yo, para devolvéroslo, he sido buena. Me he portado bien. He hecho caso a mis padres y no me he enfadado demasiado con mi hermano. He intentado cumplir con todas mis obligaciones de forma medianamente correcta y, por supuesto, sin quejarme demasiado.

Pero ahora empieza un año nuevo. Vuelve el 6 de enero. Y, cómo no, deseos nuevos.

Si me preguntara alguien qué quiero por Navidad con dos cervezas encima, lo tendría claro. “Un Mini, un loft en pleno centro de Bilbao y un máster.  Y si te sobra algo suelto, un día entero de compras.”

Pero seré realista, poco vanidosa y “conformista”. Sólo os pido una cosa. Es fácil de entender, aunque quizás complicado de comprar.

Queridos Reyes Magos: QUIERO UN TRABAJO.

Quiero un puesto de trabajo que me haga sentirme útil en esta sociedad. Quiero dejar de ser de la generación perdida, de la que no tiene oportunidades, de la que no puede porque no la dejan. Quiero aportar y poder asegurarle una jubilación decente a mis padres. Quiero colaborar para que este país salga a flote. Quiero cotizar y mantener este, cada día menos, Estado del Bienestar. Quiero ser productiva. Queridos Reyes Magos, quiero trabajar.

Sin más, me despido esperando vuestras noticias. Os dejo mi zapato bajo el árbol, como siempre.

¡Buen viaje!


Ana.