Aquí va...
Hola Athleticzales del mundo.
Como soy nuevo en estos lares, me presento. Me llamo Rafa, tengo 28 años y os
escribo desde un pueblecito al norte de la provincia de Córdoba. No, no dejéis
de leer. Por favor. Os quiero contar mi historia. Gracias.
Diez años. Esa era la edad que yo tenía la
primera vez que vi en directo al Athletic. Esa semana yo iba a mi colegio, a
los Salesianos, flotando por encima del suelo. Mis abuelos iban a llevarme a
Sevilla. Iba a cumplir el sueño de mi vida. Julen, Carlos García, Garitano,
Alkorta, cuco Ziganda, todos iban a estar en el verde del Pizjuán mientras yo,
con mi bufanda y mi camiseta, me iba a desgañitar gritando ‘Athletic’ animando
a los míos. Pues esa maldita semana me tuve que poner enfermo. Al médico.
Principio de pulmonía. Según D. Carlos, mi médico, tratamiento y cama. No salir
de casa. Conforme oía las palabras del señor de bata blanca, mis ojos empezaron
a humedecerse. Pero no había problema. Mi madre me miró con cara cómplice y le
dijo a D. Carlos: “póngame un tratamiento fuerte doctor, el niño tiene que
hacer un viaje”. ¡Sí! Dos días después allí estaba yo. Mis abuelos habían
obrado el milagro. Mi madre me vistió de tal forma con tal de que no cogiera
frío, que sólo se me veían los ojos. Las fotos de aquel día así lo atestiguan. El
Hotel Los Lebreros de Sevilla fue testigo de cómo un enano con camisa, jersey,
abrigo y bufanda, veía por primera vez a sus ídolos. El gran Julen, el goleador
Ziganda, el capitán, Genar Andrinua… todos estaban allí. Estaba temblando sólo
de verlos. Y luego a Nervión. Yo temía a Maradona. No salió del círculo
central. Que tío, no corría nada. Pero perdimos. 3-1. El nuestro lo metió el
Cuco. Fueron 90 minutos gritando, saltando, mirando embelesado a once
rojiblancos sobre un campo de fútbol. Soñando con empatar y con vestir yo algún
día esa camiseta. El árbitro pitó el final y yo me subí a un Astra color
granate para volver casi 300 kms. sobre nuestros pasos pensando que en San
Mamés, a la semana siguiente, teníamos que sacar los tres puntos. Seguro.
Teníamos que ganar.
De eso han pasado casi veinte años. Yo soy
del Athletic desde que mi abuelo nació, frase que le robo a mi hermana. En mi
familia, esto es algo que se transmite de generación en generación. No es una
afición. Esto es una religión. Y como religión que es, no tiene fundamento
lógico. Y no tienes que haber nacido en un sitio concreto para sentirla. Ojalá
yo hubiera nacido en Bilbao y pudiera ir cada domingo a San Mamés. Ojalá. Pero
no ha sido así. 917 kms separan mi casa de La Catedral. Y mi primera vez fue
fantástica. Aún recuerdo ese escalofrío que me recorrió cuando, subiendo la
calle Pozas con mi hermana y mi tío, vimos unas paredes blancas y un inmenso
escudo del Athletic. Estábamos allí. Habíamos llegado a San Mamés. Diez horas
de coche después, estábamos en aquel lugar soñado. Mi hermana no articulaba
palabra, mi tío nos contaba antiguas experiencias vividas allí, y yo… yo no sé
qué hacía.

soy de segunda? No, no es justo. El Athletic es tan grande que nadie te puede decir si estás o no estás. El Athletic es propiedad nuestra. De todos y cada uno de los que vibramos con un regate de Iker, con una galopada de Toquero, con un centro de Iraola, con un balón dividido ganado por Gurpe o con un remate a la red de Llorente. De todos y cada uno de los que metemos nuestra camiseta en cada maleta, en cada viaje. No nos dividamos nosotros. Que lo hagan otros. Nosotros somos el Athletic. Y, ¿por qué no? Los de Bilbao nacemos donde nos da la gana.
Eskerrik asko.
Rafa García