- No soporto ver la tapa del inodoro levantada.
- No me gusta la mostaza.
- Tuve una conversación de más de cinco minutos con Manolo García por teléfono.
- El volumen de la tele siempre tiene que estar en múltiplo de 5.
- Tengo una cesta en mi habitación llena de botes de colonia. Los coleccionaba.
- El pan siempre a pellizcos. No me sabe igual cortado con cuchillo.
- Duermo con el móvil debajo de la almohada. Menos ahora. C*ño, que es nuevo.
- Alcanzo el clímax comiendo berenjenas con miel.
- Mi taza favorita tenía una foto mía con Fernando Llorente. La rompió mi madre.
- He sido puta, niña maltratada, señora de bien y Caperucita. En teatro.
- He probado las ancas de rana autoconvenciéndome de que eran alitas de pollo.
- La Coca Cola, siempre light. La cerveza, siempre Estrella Galicia.
- Estuve a punto de ser investigada por tener una ikurriña.
- Fui más de Compañeros que de Doraemon. Más de Licor 43 que de Malibú con piña.
- Lloré con la despedida de Julen, con la de Del Horno y estoy deseando hacerlo con la de Toquero
sábado, 31 de agosto de 2013
15 'algos' sobre mí que nunca te contaría.
miércoles, 21 de agosto de 2013
En la silla de esperar las cosas.
Nos
pasamos la vida esperando ese momento. Ese momento en el que creemos que
alcanzaremos la felicidad. Pensamos que todo tiempo por venir será mejor
mientras nos intentamos autoconvencer de que todo pasado fue peor. Por eso de
que ya es pasado.
Y aquí
seguimos, en la silla de esperar las cosas. Miramos por la rendija de la
ventana buscando que llegue ese algo. Que aparezca un halo de luz por debajo de
la puerta. Una carta especial del señor de amarillo. Pero no.

Que la
vida no es(tá) fácil, está claro. Lo sabemos de sobra. Pero, ¿y quién nos dice
a nosotros que no estamos ante el momento más feliz de nuestra vida? Nos
acojona pensar que somos felices. Estamos tan acostumbrados a que todo vaya
mal, que en el momento que los planetas se alinean para echarnos una mano, se
la quitamos. Que no, que nos gusta quejarnos, lamentarnos de nuestra mala
suerte.
Anhelamos ese estado de plenitud, ese andar por las nubes paseando por la calle. Y, de repente, cuando llega, no lo vemos. Lo ignoramos. Le tememos.
Puede parecer
que me estoy quejando. Al contrario. Simplemente me estoy delatando. Soy de ese
tipo de personas a las que les acojona la felicidad. Una idiota más.
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