Me
defino como una andaluza muy del norte, pues a pesar de mis 24 años y
suponiendo el estado de mi economía ‘más tiesa que un boli’, me ha dado tiempo
de conocer un trocito de ese paraíso que encierra nuestro país.
De
Barcelona tardé sólo unas horas en enamorarme. Enamoramiento fugaz que lo
llaman. Como esos que se producen en el metro o en la cola del super. Barcelona,
entre otras muchas cosas, es ese “rollo guay”. Ciudad que me prometí volver a
visitar con más tiempo y con más edad. Perfecta para perderse, sola o
acompañada, y que por exigencias del guión, estoy obligada a conocer bien.
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Y
pasamos a Coru. Miña Coru. Esa gallega que me hizo serle infiel a una vasca.
Con la que tuve un idilio duradero y a
la que echo de menos cada día. Ese olor a mar que te quita todas las penas y
problemas que puedas tener. Es gente, es ambiente, es gastronomía, es paisaje,
es todo. Coruña es la ciudad en la que nadie es forastero. Coruña es la amiga
perfecta.
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Pero
amigos, a pesar de todo, a pesar de que yo esté profundamente enamorada de
norteñas, de que me tilden de loca en casa, de que las eche de menos cada día
que pasa, de que esté obligada a volver a algunas de ellas… Amigos, COMO EL SUR
NO HAY NADA.
Andalucía
no es trajes de flamenca, gazpacho, siesta, rebujito y Feria de Abril. Esto no
es una región de vagos y maleantes. Andalucía ha visto nacer a ilustres
personajes: filósofos, poetas, escritores, pintores y un sinfín de personas que
hacen fácil sentirte orgullosa de ser andaluza.
Andalucía
tiene un color, un olor y un sentir que no se encuentra por mucho que viajes.
Andalucía,
sin lugar a dudas, es el mejor sitio para nacer.
Como
diría la canción, “Andalucía es mi tierra, YO SOY DEL SUR”. Y muy orgullosa.